sábado, 5 de noviembre de 2011

Daydream

Once menos veinticinco de la mañana. Todavía faltan treinta y cinco minutos para el recreo. Miro por la ventana. Después de lo que llovía ayer, no me puedo creer el buen tiempo que hace. De repente, me sorprendo escribiendo su nombre en mi libro de inglés. ¿Qué estará haciendo ahora? Miro otra vez el reloj. Su recreo debe haber empezado ya. Seguro que está con sus amigos escondidos en un rincón para que el profe no les pille fumando. Cómo me gustaría teletransportarme, llegar allí, besarle, dejarle sin aliento y jurarle que le quiero hasta el infinito y más allá. Inconscientemente sonrío. Entonces oigo la voz de la tia más choni del mundo: "¡Eh, vuelve a la Tierra, que te empanas!". Algún día la mataré.

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